miércoles, 27 de abril de 2011

Te abandoné

Hola, me llamo Verónica y soy adicta a la estupidez.

Lo que pasa es lo siguiente...yo me empendejé. Sí, me empendejé de la manera más común. Dejé mi vida a un lado y tomé la de una persona tonta, sin nada mejor que hacer sino ver televisión y estar haciendo nada, literalmente, en el computador. Me quité la ropa de Verónica y me puse la de un vagabundo, que incluso a veces se cansaba de mi. Usé actitudes odiosas con la vida y el mundo. Cerré mi mente y mis ojos, aún cuando estos últimos estaban abiertos. No vi los días soleados que hoy extraño tanto por este invierno espantoso que acaba con tantas vidas.

Soy adicta a la estupidez porque parece que ella es adicta a mi. Es difícil decirlo, pero me volví estúpida, no en el sentido en el que no sé nada de la vida, que no me importa nada que no tenga que ver directamente conmigo, porque por lo menos aún se lo que pasa en Libia, lo que sucede en Perú y lo que se dispone a vivir Lóndres. Tampoco en ese sentido de la estupidez humana que sólo a unos seres parece afectar más, como la de Hitler o la de Chávez...mi estupidez es distinta porque aunque se qué quiero hacer, qué tengo que hacer y algunas veces cómo lo tengo que hacer, me gana el miedo y la inseguridad, me vuelvo inválida aunque no lo esté. Esta es mi estupidez: Me vuelvo inválida, sin estarlo. Me vuelvo estúpida porque no me atrevo, porque prefiero esperar a que las cosas vengan, como por magia, antes de buscarlas, aunque desde siempre se que eso no es así.

Me empendejé de la manera más tonta y más rápida, más obvia y común, pero ya me di cuenta de eso y por eso estoy tratando de salir de ahí... de ese cuerpo casi inerte.

Así que hoy ya me siento más Verónica.